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25 días después de que Irán lanzara el mayor ataque de misiles balísticos contra su territorio, Israel realizó un bombardeo sin precedentes pero limitado de objetivos militares iraníes en la represalia más anunciada de su historia.
"La histórica operación que han efectuado con astucia, valentía y precisión demuestra que ningún enemigo está demasiado lejos para nosotros", dijo el jefe de la Aviación israelí, Tomer Bar, a los pilotos en su trayecto de vuelta de un ataque que deja una pregunta crucial: ¿La acción de los cazas contra defensas antiaéreas y sitios de misiles finaliza el intercambio directo de golpes o la República Islámica responderá a la réplica en una región en permanente convulsión desde el ataque terrorista de Hamas hace 387 días?
La decisión del gabinete de Benjamin Netanyahu de no golpear las centrales nucleares ni las instalaciones energéticas satisface a Estados Unidos, que aplaudió la "proporcionada respuesta" que otorga margen al ayatolá Ali Jamenei para limitarse a minimizar los efectos del ataque. Sin olvidar que a ninguna de las dos partes le interesa una guerra total. Israel sigue en un laberinto bélico del que no quiere, puede o sabe salir en Líbano (Hizbulá) y Gaza (Hamas), donde aún se encuentran 101 secuestrados en la contienda más larga desde el 48 mientras Irán prefiere el enfrentamiento lejos de su casa e indirecto a través de sus milicias.
El dilema de Teherán empezó a las 2:00 de la madrugada del sábado con la aparición de las primeras llamas en sus cielos. En esta ocasión, no hubo que hacer cábalas sobre su misterioso origen ya que poco después, el portavoz militar israelí, Daniel Hagari, anunciaba: "En respuesta a meses de continuos ataques del régimen de Irán contra Israel, el ejército está llevando a cabo en este momento ataques precisos contra objetivos militares".
"El régimen de Irán y sus aliados [milicias] en la región han estado atacando implacablemente a Israel desde el 7 de octubre, en siete frentes, incluidos ataques directos desde suelo iraní", añadió para después concluir que la Fuerza Aérea logró todos sus objetivos en una de las operaciones más complejas de su historia. Irán niega rotundamente que tuviera éxito como también que 20 objetivos, entre ellos varias bases de misiles de la Guardia Revolucionaria, fueran alcanzados.
El bombardeo, que causó la muerte de cuatro soldados, se extendió cuatro horas en tres oleadas en las provincias de Teherán, Ilam y Juzestán. No fue tan severo como temían en la comunidad internacional y pedían algunas voces en Israel para destrozar su gran pesadilla (el plan nuclear) aprovechando la legitimidad dada por ser una respuesta al ataque con 181 misiles balísticos del pasado 1 de octubre, pero fue más contundente que el misil que disparó sin asumir su autoría el 19 de abril contra un radar de defensa de la central nuclear de Natanz en respuesta al primer ataque directo de Irán en la historia efectuado días antes como represalia a la muerte de varios oficiales de la Guardia Revolucionaria en Damasco. Israel eligió una opción intermedia entre una declaración de guerra y el envío de un mensaje puntual. "El ataque tenía dos objetivos: exhibir capacidades y recortar capacidades (iraníes)", opina el comentarista militar del diario Haaretz, Amos Harel.
El primer ataque reivindicado por Israel en Irán -desde que este país, tras la Revolución Islámica en 1979, dejó de ser su aliado y se convirtió en el pequeño Satán- fue significativo en lo que se refiere a la forma (un centenar de cazas de combate, aparatos aéreos de apoyo, reabastecimiento, monitoreo...) y el contenido (bases, elementos clave en el proceso de fabricación de misiles balísticos y de drones, baterías defensivas rusas S-300 en Irán tras atacar defensas antiaéreas en Siria e Irak...) Según fuentes de seguridad, "Israel golpeó a Irán tanto por lo que hizo como para convertirla ahora más vulnerable ante la Fuerza Aérea".
Israel enfatiza que atacó solo objetivos militares dando por terminada su represalia. "Si Irán cometiera el error de iniciar una nueva ronda de escalada, estaremos obligados a responder", avisó Hagari tras el envío de sus cazas a unos 1.600 kilómetros de distancia, en un operativo ensayado en las últimas semanas y anulado al menos una vez mientras estaba en contacto con EEUU. O quizá bajo su estrecho marcaje. Washington le pidió una respuesta limitada a objetivos militares y al mismo tiempo desplegó su paraguas (sistema THAAD y el envío de más cazas y misiles de neutralización) para blindar el escudo defensivo israelí que lleva más de un año sin pausa en caso de respuesta iraní. En las últimas semanas, la coordinación entre los dos países no solo giró en torno a los preparativos de defensa.
Ahora la pelota -o los misiles- están en el tejado de Irán. Por un lado, había prometido una respuesta sea cual sea el tipo de ataque y ve cómo su gran enemigo ataca en su territorio como si fuera un ataque contra una de sus milicias en Siria, mostrando su vulnerabilidad ante los ojos de la región. Por otro lado, Israel optó por una vía que quizá permite a Irán no responder. Sobre todo si Israel no hace demasiadas declaraciones presumiendo del ataque o la Defensa Aérea iraní anuncia, como hizo el sábado, que "interceptó y contrarrestó con éxito los ataques, algunas áreas sufrieron daños limitados".
La decisión del ejército israelí de no modificar las consignas de protección de su retaguardia, como sí hizo horas antes de los misiles balísticos disparados por Irán el pasado 1 de octubre, invitó a pensar que creyó que no respondería de forma inmediata, aunque no descarta que lo haga.
Las sirenas que sonaron este sábado en Israel no se debieron a Irán, sino a su principal brazo en la región, aunque ya sin el músculo de antaño -Hizbulá- que lanzó casi 200 proyectiles. El ejército israelí, por su parte, no cesa sus ataques por tierra, aire y mar contra la milicia en Líbano.
Israel considera a Irán la principal fuente de sus retos y amenazas de seguridad. El anillo de fuego es la traducción del apoyo económico y militar de Teherán a las milicias que envuelven al Estado judío evitando a toda costa un duelo directo. Desde el ataque del 7-0, Hizbulá (Líbano), Hamas y la Yihad Islámica (Gaza), los hutíes (Yemen) y otros grupos en Siria e Irak se activaron asumiendo la autoría de miles de misiles, proyectiles y drones.
Gadi Eizenkot, jefe del ejército israelí entre 2015 y 2019, admite que no puede asegurar que Irán conocía los planes detallados de la infiltración desde Gaza, pero considera que su papel es trascendental: "En las últimas décadas, Irán financia a Hizbulá con una ayuda anual de casi 1.000 millones de dólares anuales, a Hamas con 140 millones de dólares y a la Yihad Islámica con 70 millones de dólares. Irán les da conocimientos y arsenal".
"Irán es el responsable de las milicias en Líbano y Siria. Hizbulá recibe armas en el trayecto Irán-Irak-Siria-Líbano. En Gaza lo hacen de forma más sofisticada, con dinero y conocimientos", señaló en la conferencia de seguridad celebrada hace unos meses en Herzliya no muy lejos de la sede del Mosad. El servicio secreto israelí tiene un papel predominante en la guerra en la sombra con Irán que hoy está más al descubierto que nunca.